​Hoy quiero escribirte esta nota, con un tono más cercano de lo normal.  Nada de estrategias, teorías ni métodos empresariales.

Es sobre un sentimiento que de forma recurrente aparece en la vida de los empresarios y emprendedores. "El agobio" 

Una mezcla surtida de frustración, miedo, cansancio, desmotivación, y otra suerte de sustantivos abstractos que se unen de forma muy hábil para enturbiarnos la mente. 

Pero: ¿Cómo evitar el agobio? o sería mejor preguntarse ¿Cómo combatirlo?

Creo que es una mezcla de ambos, según el caso.

Hagamos algunas observaciones que nos ayuden a anticipar su llegada o hacerle frente con efectividad. 



He concluído que las causas del agobio se ubican en dos grandes campos: “Falta de…” y “Exceso de…”.

  • Falta de tiempo, dinero, clientes, ayuda, resultados, claridad, estrategia, orden… (puedes completar)
  • Exceso de trabajo, problemas, reclamos, facturas, compromisos, expectativas, proyectos…


Y son tantos los matices que toma este sentimiento, tantas las causas que lo alimentan, que me atrevo a afirmar que todos, en uno o menor grado, somos o hemos sido sus víctimas. Pero en el momento que tomemos conciencia de su cercanía, seremos más capaces de controlarlo.

Esta nota no pretende ser tan ligera como para soltar una frase de película rosa al estilo de “todo va a salir bien, pue no siempre es así de simple y tal predicción suele sonar vacía.

Pero sí puedo decirte con propiedad que es normal sentirse de esa manera en algún momento. Y que en el camino del emprendimiento, a veces parece faltar el oxígeno, y queremos correr a lugares que lucen más aireados, donde “respirar”, aunque ello signifique dejar de lado todo el trabajo levantado. 

Pero si actuamos desde otro nivel de conciencia, nos haremos más fuerte ante la amenaza del agobio, y podremos sacar nuestras armas de combate.

Quiero resaltar algunas propiedades del agobio , para analizarlas friamente.

  • Nos roba claridad de pensamiento, por tanto, las situaciones de extrema angustia, no son buen momento para tomar decisiones radicales o de gran trascendencia.
  • Tiene la capacidad de nublar todos los avances logrados, generando afirmaciones como “Nunca lo lograré”, “Estoy en el mismo sitio”, “Nada me sale bien”, y un nutrido etcétera de connotación negativa, y absolutamente demoledora.
  • Se alimenta de todo lo que encuentre a la mano: lo que está logrando el vecino o la competencia, un comentario inofensivo de la pareja, el problema con el cliente, el error cometido en el trabajo. Todo parece enaltecer nuestra incapacidad para lidiar con la situación. 
  • Nos hace sentir solos, incomprendidos o en situación desventajosa con respecto al resto de la humanidad.
Pero creo que coincidirás conmigo al afirmar que nada se soluciona por el simple hecho de darle terreno  al agobio en nuestras vidas.

Con mucha responsabilidad, puedo afirmar que para hacerle frente al agobio y evitar sus estragos, debemos mantenernos firmes en las siguientes creencias:

  • Nuestro trabajo no se ha realizado en vano,  y aun  cuando parezca que se nos han agotado los recursos,  hay raíces verdes desarrolladas en suelo fértil, y de allí pueden levantarse imperios. No menosprecies tus avances y sé generoso contigo al reconocerlos.
  • Aunque es una sensación no grata, es normal sentirse así, pero también puede ser una señal de que se necesita replantear o ajustar estrategias. 
  • Tus habilidades, aptitudes, experiencia, logros…  no desaparecen cuando las cosas no marchan lo bien que quisieras.  Solo se esconden de tu campo inmediato de visión, pero siguen siendo tus grandes aliados para encontrar las rutas adecuadas.
  • Es un estado mental que agrava la situación real.  De seguro hay gestiones por hacer que pueden redundar en mejoras, pero para decidirlas de manera efectiva, debemos primero abordar un estado más neutral.
  • Un “problema” muchas veces existe porque le damos alojo en nuestra mente en la forma equivocada.  A veces lo que se precisan son acciones que ejecutar de acuerdo a un plan bien concebido. 
  • Demos a cada tarea su espacio y prioridad en listas de manejo diario y ejecutemos según su importancia.               
  • Ocupémonos de una cosa a la vez: nuestra mente es como una pantalla de cine que solo es capaz de proyectar una película.  Enfócate, concéntrate, y esmérate en resolver una sola tarea,  antes de pasar a la siguiente. Ponlas a hacer cola en listas de papel, no en tu cabeza, que allí crearán un murmullo inquietante.

Pide ayuda, delega, marca prioridades y elimina lo innecesario sin piedad.


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Ahora te pido permiso para ponerme un poco más profunda.

En momentos en lo que provoca es “soltar y correr” a esa zona que “parece” más segura, vale la pena hacer una pausa drástica para pensar.

Y eso amerita alejarnos de los ruidos de la calle (porque ya los internos parecen ser suficientes) y buscar cobijo en un lugar neutral, sin voces, ni quejas, ni consejos que interfieran; libre de papeles de trabajo o elementos distractores (pero con lápiz y papel en mano,).

Y una vez allí, tomarse un tiempo generoso para observar hacia afuera y hacia adentro de ti, Entregar nuestras preocupaciones en un acto de rendición hacia el universo, el mundo, a Dios o a la fuerza que consideres superior a nosotros. Y allí, soltar todo lo que contiene ese agobio… entregarlo con la confianza de que las soluciones y recursos aparecerán cuando les dejemos espacio suficiente,  y no en el colapso mental.  

Permítete además la grandeza de hablarte con sinceridad, para reafirmar tus motivos de vida y recordar LO MARAVILLOSO QUE ERES.

Gracias por haberme acompañado en estas líneas.

Estaré muy contenta de recibir tu mensaje y comentarios.

Solo tienes que escribirme a mi correo: leticiaqp@leticiaquinonespons.com

Un abrazo.

Leticia.

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