Hay comerciales de TV que marcaron nuestras vidas, o que al menos se nos fijaron más en la memoria. ¿Te ocurre?

De mi época, hay imágenes y canciones que me hacen retroceder décadas cuando los presentan como joyas de anticuarios en las redes sociales, tal como lo haría la propia serie animada Candy Candy.

Comerciales de café humeante, de chicles sonando dentro de su cajita, jarras enormes de bebidas refrescantes que aparecían de la nada cuando se manifestaba la sed.  

Tengo muy vivo el recuerdo a un payaso de la televisión venezolana llamado Popy, de círculos rojos en en blanco, que por contraste hacía deslucir el blancor de sus dientes.

Debido a que tenía una canción que enseñaba justamente cómo cepillar los dientes,  se convirtió en imagen de una pasta dental, y en sus comerciales incitaba a comprarla con un llamado directo a la acción: “Dile a tu mami que te compre…”

Con la misma estrategia ofrecía otros varios productos en TV.

No podía haber nada más obediente y fiel que un niño cuyo casi único programa infantil de la tarde, era el show de Popy.  ¡Claro que le decíamos a “mami” que nos comprara! Y puedo asegurar que debo haber sido como un grillo en mi insistencia.

En paralelo, recuerdo otro comercial de pasta dental, cuyo elemento clave en su mensaje de marketing era nombrar un términos muy técnico, que aunque no se entendía, sonaba rimbombante.: “Contiene MFG Flúor”. 

Ahora, como estudiosa del marketing, en plena insistencia de mencionar beneficios, en lugar de características, me pregunto (no a Google), qué carrizo es “MFG”, con lo cual pretendían hacernos comprar.

¿Será que la pasta de Popy tenía MFG Flúor?

En mi visión de niña, en lugar de escuchar: "no tendrás caries", habría funcionado mejor: “evitarás ir al dentista para  enfrentarte con el taladro terrorífico con que te perforarán tus muelas”.   Es más… creo que aún funcionaría.

De cualquier manera, el público ha cambiado. 

La disputa por atención en publicidad es tan bárbara, que sólo 30 segundos de espacio publicitario durante la Super Bowl 2020 costaron 5,6 millones de dólares (Según The Hollywood Reporter, ).

Pero incluso allí, las marcas han entendido que esos millones invertidos en otras formas de publicidad digital, son una verdadera bomba: público segmentado, directo a las emociones del usuario, bajo costo de publicidad, retargeting para afinar audiencias, etc.

Y aunque nosotros, como empresarios y emprendedores, no tengamos millones  de dólares para invertir, estamos compartiendo el mismo espacio que las grandes marcas.

En el Instagram puede alguien ver un anuncio súper producido de una marca de reconocimiento mundial, e inmediatamente después aparecer tú con tu propuesta: en la misma pantalla... en la palma de la mano.


¡Qué tiempos estos!


Está claro que no tenemos el prestigio de esas marcas monstruosas, y que nuestro lema o música  no sean  tan pegajosos. Pero la gente también ha sentido la necesidad de conectar con gente real, y no solo con grandes aparatajes comerciales.

  • Incluso, la pandemia ha hecho que los consumidores pongan más atención en marcas pequeñas, porque advirtieron en ellas a verdaderos aliados.
Así que tenemos  posibilidades.
Con publicidad, con acciones orgánicas, con nuestros contenidos de enganche, con nuestras propuestas de valor, con  EMBUDOS DE MARKETING Y VENTAS BIEN CONSTRUIDOS.

Pero necesitamos dar más justificaciones para que nos compren.  Convencer, con argumentos claros, cómo es que mejoraremos la vida de nuestros clientes.

Lo que podría pensar un prospecto:

“No me detalles tu ficha técnica, dime para qué me servirá todo eso… hazme saber que de verdad te importo”.

Se trata entonces de conocer los puntos de dolor de nuestro público (no sólo el dolor de muela). Hablarle en su idioma sin menospreciar su capacidad de análisis y decidir lo que más les convenga.

Hacer propuestas que suenen diferente , y no la misma pero con una voz distinta.

Y para ello debemos analizar que falta, qué sobra, o qué necesita renovación (dentro y fuera de nuestra empresa).

Justificar cada acción a favor de nuestra marca con un llamado a la acción que suene atractivo.  Así que seamos exhaustivos en transmitir los beneficios de nuestros productos  en:

  • El la calidad de vida del usuario.
  • En el ambiente.
  • En la sociedad.
  • En las finanzas.
  • En las relaciones.
  • En la mejora de la comunidad.
  • En la capacidad realizar sueños.
  • En las misiones sociales.
  • En el detenimiento del calentamiento global.
  • En la protección de los animales.
  • En el disfrute de las acciones más sencillas u sublimes de los humanos.
  • En la preservación de los combustibles fósiles.
¡En lo que tú quieras y creas! Pero decídelo y comunícalo.

No nos quedemos en la pura característica, que de fichas técnicas  y señores con bata blanca recitando unos ingredientes incomprensibles, ya tenemos bastante.

Debemos  humanizar el discurso y la experiencia: la de compra, la del consumo, y la de una relación a largo plazo.


Responde estas preguntas tan elementales como dejadas de lado en muchas ocasiones.

  • ¿Cómo mejora tu producto la vida de otros?

  • ¿Qué problemas resuelve?

  • ¿Qué dolores/ molestias/ miedos… eliminas?

  • ¿Cómo acercas a las personas a su vida soñada?

  • ¿De qué manera los haces más felices?

  • ¿Qué sensaciones memorables puedes generar?

  • ¿Por qué dejarían su dinero en tu negocio y no en el de otro? Y por favor: que no sea porque eres el más barato. Es decir: ¿por qué lo harían?, incluso si fueses más caro. 

  • ¿Qué te hace diferente, o a tu marca?

No te quedes con las respuestas inmediatas. Esas funcionan, pero hay que ahondar más.

Te invito a hacerlo a conciencia y a ofrecer productos que conecten con el corazón.
Notarás la diferencia.


¿Quieres que te ayude a crecer tu marca?

Estoy aquí para ayudarte.


Leticia QP

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